Si hablamos de películas de culto de fines de los 90, American History X (1998) es una de las más notorias y destacadas.
Una película honesta y brutal sobre el racismo y las comunidades neonazis, que compensa su tosquedad y falta de sutileza con una memorable actuación de Edward Norton y con un conmovedor drama que se alterna entre el ámbito carcelario y el familiar.
Y que además tiene esa escena, icónica por su violencia, que casi no es posible rememorar sin que duela.
A pesar de este legado, su director Tony Kaye es casi desconocido, y muchos de los que vieron esta película probablemente no puedan mencionar, si se les pregunta, ninguna otra película del director.
Ciertamente no es un nombre que suene familiar para muchos.
Probablemente su rostro, mezcla de Michael Stipe y Alan Moore, tampoco sea demasiado familiar.
Es bastante curioso, si se piensa en otros directores de esa generación que por esa época estaban haciendo otras películas similares que serían después de culto.
Nombres como los de Danny Boyle (Trainspotting), Todd Solondz (Happiness), Lars Von Trier (The Idiots), Darren Aronofsky (Pi), Wes Anderson (Rushmore) y Sofia Coppola (Las vírgenes suicidas), que seguirían haciendo películas aclamadas y ganando prestigio como autores.
La carrera de Tony Kaye tuvo un camino bastante diferente: prácticamente desapareció del mapa.
Y según él fue por su propia culpa.
Es que en el proceso de hacer American History X, Kaye se ganó reputación de excéntrico y de demente —muy merecida, como veremos—, y se convirtió en una suerte de paria, un marginado de Hollywood, por lo que se le hizo casi imposible hacer otra película en condiciones normales.
Un sueño realizado
Antes de debutar como director con American History X, Tony Kaye era uno de los directores más prestigiosos y cotizados en el mundo de los comerciales y los videoclips.
Dirigió videos bastante conocidos, por ejemplo “Runaway Train” de Soul Asylum.
link: https://www.youtube.com/watch?v=NRtvqT_wMeY
Él mismo reconoció que comenzó a dirigir comerciales porque sabía que era una puerta de entrada para hacer películas, su verdadera aspiración.
Así que cuando recibió el guión de American History X por parte del estudio New Line Cinema, no dejó pasar la oportunidad, a pesar de que notó que el guión era “extremadamente defectuoso”.
Y por esa misma razón aceptó que el estudio eligiera a Edward Norton para el papel principal, aunque no lo consideraba el actor adecuado: Norton no sólo era un talentoso actor joven en franco ascenso, sino que tenía fama de involucrarse en el proceso creativo y en el guión. “Al contratarlo”, pensó Kaye, “estamos también sumando un guionista”.
El rodaje transcurrió sin sobresaltos. Pero después todo comenzó a complicarse y las pujas creativas terminaron por protagonizar el proceso final de la película.
Según Kaye, después de mostrar al estudio su versión final, recibió decenas de páginas con notas y sugerencias, no sólo del estudio, sino también de Edward Norton.
Y, como cualquier artista incipiente, prbablemente convencido de haber dado a luz una obra maestra incuestionable, Kaye no fue muy receptivo a las sugerencias.
No está del todo claro, pero se puede suponer que el director les respondió con otras sugerencias acerca de dónde podrían depositar las suyas el estudio y el actor.
La versión final
link: https://www.youtube.com/watch?v=XfQYHqsiN5g
La tensión fue en aumento y finalmente le prohibieron ingresar a la sala de edición. Y lo que es peor, ¡dejaron entrar a Edward Norton!
Ofuscado, Kaye dio un golpe de puño a la pared y se lastimó la mano.
La versión final de American History X tenía 40 minutos más que la versión original que había editado Kaye. Así lo resumió el director, sin demasiada modestia:
“Yo había hecho una película intensa y rápida de 95 minutos, un diamante en bruto.
Y la versión que hicieron ellos estaba plagada de escenas en las que todos lloraban en los brazos de otros. Y, por supuesto, Edward Norton se había dado generosamente más tiempo en pantalla a sí mismo”
Cuando supo que ésta era la versión de la película que se estrenaría, Tony Kaye se puso más loco que antes.
En un momento, iba a reunirse con los ejecutivos de New Line para convencerlos de que le dieran más tiempo para hacer un nuevo corte final de la película.
Para la reunión, contrató un monje budista, un cura y un rabino que lo acompañaran. Ninguno de los tres religiosos había visto la película, pero Kaye quería presionar con ellos (espiritualmente, supongo) al ejecutivo del estudio.
Según cuenta Kaye, les dijo a los tres: “No tienen que estar de mi parte, pero si se les ocurre algo favorable para decir en algún momento, simplemente lo mencionan”.
El truco religioso no funcionó, sorprendentemente.
Más tarde, la película iba a ser exhibida en el Festival de Cine de Toronto. Tony Kaye, que cuando se enteró estaba en Alemania, se tomó un avión hasta esa ciudad y convenció a los organizadores de que la sacaran del festival. El estudio no estuvo complacido.
Luego, el director comenzó a hacer declaraciones públicas a cualquier medio que quisiera aceptarlas, despotricando contra New Line y auto proclamándose como el mejor director británico desde Hitchcock.
La película eventualmente se estrenó y Tony Kaye no pudo evitarlo.
Lo que sí intentó hacer fue quitar su nombre de los créditos. Le sugirió al estudio que le pusieran el seudónimo de “Humpty Dumpty”. No lo aceptaron. Les propuso el seudónimo de Ralph Coates, un jugador del Tottenham de los 70. Otra vez, no lo aceptaron.
Perdió la batalla, se puede decir. Aunque la película fue aclamada y tuvo un aceptable desempeño en la taquilla.
Superando los demonios
Gracias a todo esto, en los casi 20 años que pasaron desde el estreno de American History X, Tony Kaye sólo logró completar un documental acerca del aborto (Lake of Fire, 2006) y el notable drama Detachment (2011), protagonizado por Adrien Brody en el papel de un profesor de secundaria.
Su película Black Water Transit, protagonizada por Laurence Fishburne y Karl Urban, iba a salir en 2009 pero tuvo varios problemas en post-producción y en la distribución, y nunca fue terminada ni exhibida.
Ahora, según informa Indiewire, el director prepara su regreso con una nueva película titulada Stranger Than the Wheel, a la que describe como “un drama acerca de la soledad, la alienación y el alcoholismo”.
Pero lo que es más importante, es que Tony Kaye ha dicho que ya no es el que era hace casi 20 años, y es por eso que considera el momento adecuado para volver a dirigir, para que Hollywood le dé otra oportunidad.
“Todos tenemos nuestros demonios”, aseguró, “pero yo ya me deshice de los míos... o los tengo bajo control”.